Cinema Villabona «Módulo 10»

Hace algo más de un año, cuando el jurado del 48 Festival Internacional de Cine de Gijón decidió otorgar el premio del Día d’Asturies al cortometraje Módulo 10 , sus directoras, Ángeles Muñiz y Teresa Marcos, anunciaron que el premio iría a parar a las reclusas del módulo de respeto de Villabona que da título a la película. No en vano, estas internas habían asumido responsabilidades en el proyecto, encargándose del guión, maquillaje, peluquería o atrezzo. La promesa anunciada en el certamen gijonés es desde ayer una realidad, gracias a la inauguración del Rincón del cine en el módulo 10.

Precisamente este cortometraje fue el título elegido para abrir la programación. Varias de las personas que trabajaron en él ya no se encuentran en Villabona y para algunas de las internas del módulo 10, la de ayer fue la primera oportunidad de ver el resultado de un trabajo que cambió el día a día en la prisión pero que también sirvió para que las dos realizadoras se dieran cuenta del potencial que pueden llegar a tener unas actrices no profesionales, como ayer confesaron delante del que fue su equipo.

El rodaje de aquel cortometraje, recuerda Rosa Amor, llevó “un aire nuevo” al módulo femenino. “Estábamos haciendo un trabajo de mediación y nadie lo reconocía”. Fueron dos meses y medio de trabajo, risas, lágrimas y algún desencuentro, pero el esfuerzo mereció la pena. Una vez que se estrenó, se pudo ver en pantalla grande la realidad del módulo de respeto. “Nuestras familias vieron lo que hacíamos aquí. Y no eran drogas y peleas”.

Aroa Salguero, bailarina en Módulo 10 , calificó como inolvidable la iniciativa de las dos realizadoras. “Fue una experiencia que pensé que nunca iba a vivir”. Ahora ven sus frutos. La visibilidad en el exterior ha facilitado, por ejemplo, la entrada de Proyecto Hombre en el módulo. “Nos reconocieron como personas y se agradece”.

María Teresa Álvarez es una de las presas que vivió la Villabona anterior al módulo 10 y asegura que “hubo un cambio enorme; antes era un desastre”. “Hay un antes y un después”, señaló Modesta Blanco, una reclusa que trabaja como mediadora que también se acuerda de la “mala experiencia” anterior. Hoy el módulo 10 tiene “más luz”, según sus ocupantes. También sonrisas en sus caras, aunque no faltan rostros de preocupación por la posibilidad de que el tijeretajo del PP afecte a las cárceles.

En silencio y junto al patio en el que acaban de instalar un invernadero y donde dentro de poco habrá un estanque. Privadas de libertad, pero no de dignidad, las 72 reclusas asistieron al pase de la película e hicieron preguntas a las realizadoras. Para éstas también fue un rodaje especial. Ayer aseguraron que no les importaría volver para filmar un largometraje, aunque el problema es encontrar la financiación.

Texto: La Voz de Asturias